Una vida sin afanes da felicidad
Cuando uno es joven no tiene paciencia para esperar nada y todo tiene que hacerse con afán. A los veinte años uno corre, a los cuarenta espera y a los setenta ya se permanece inmóvil.
Uno comienza queriendo cambiar el mundo y termina cambiando los canales de televisión. La lentitud es una manera de disfrutar la belleza de la vida y hay que envejecer un poco para comprender ésto.
Muchas cosas no se pueden hacer con afán: orar, hacer el amor, vivir un duelo, hablar con un niño, beber un buen vino, recordar el primer amor, escuchar una sinfonía de Beethoven. Luciano Di Crescenzo.
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